Las
rutinas son el conjunto de actividades que realizamos a diario con los niños,
se repiten regularmente y contribuyen a la satisfacción de sus necesidades
básicas: fisiológicas, afectivas, sociales, de acción y de descubrimiento.
Las
rutinas no hemos de entenderlas como unas actividades rígidas, sino como el
ritmo que les permite anticipar conocimientos, adquirir conciencia temporal,
relacionar espacio-tiempo, actividad-personas. Los niños necesitan que estas
rutinas tengan siempre la misma frecuencia, que un acontecimiento siga siempre
a otro, que se hagan las cosas de la misma manera, que las cosas estén siempre
en el mismo sitio; estos ritos son un gran recurso didáctico, un medio que les facilita
tomar conciencia del paso de una situación a otra y de acomodarse a ella.
Para
que a los niños les resulte más fácil anticipar acontecimientos y les ayuden a
cambiar una rutina por otra, utilizamos canciones, movimientos,
gestos…instrumentos (a guardar, a guardar cada cosa en su lugar; las manos las tengo
sucias me las tengo que lavar…) que les sirven también para adquirir cierta
autonomía y el conocimiento de lo que viene después.
Las
rutinas las iremos modificando en función de las necesidades de los niños y de
los aprendizajes adquiridos. Los niños necesitan conocer, comprender, sentirse
seguros, establecer relaciones y así su vida se constituye en marco de
aprendizaje en el que elaboran su propia identidad.
Las
condiciones adecuadas para trabajar las rutinas son:
Ambiente cálido y acogedor.
Espacio organizado y ordenado.
Materiales al alcance de los niños y adecuados a sus
necesidades.
Clima afectivo y distendido que no provoque la inhibición de
los niños.
Los vínculos afectivos en esta etapa adquieren gran relevancia, por eso este momento es tan importante ya que presenta el primer contacto del niño con su educadora.
Desde el inicio del curso las educadoras comenzamos a establecer una relación estrecha e individualizada con cada uno de los niños, aportándole a cada uno lo que necesita y demanda en cada momento; relación que irá creciendo a medida que niño y educadora nos vayamos conociendo más.
Al llegar a la Casita, tanto los niños como las familias, sobre todo cuando entran por primera vez, no saben lo que se van a encontrar, por eso, nada más llegar, les proporcionamos una seguridad y una confianza que se irá asentando a lo largo del curso y que ayudará a todos a sentirse cómodos y con ganas de participar de la vida de la Casita.
Es importante que, sobre todo a principio de curso, sea siempre la educadora de referencia la que reciba a los niños para que éstos se sientan seguros.
Es este momento de la llegada el que aprovecharemos para intercambiar información que traen las familias de casa, si ha pasado mala noche o ha estado enfermo, si ha hecho algo especial o van a venir a recogerlo antes...
El juego
El juego surge del interés y curiosidad de los niños frente a la realidad del cual el niño extrae aprendizajes. El juego se puede ejercer consigo mismo o con los otros materiales, objetos o situaciones que el niño tiene a su alcance.
En nuestros centros organizamos, tanto los materiales, los espacios como las situaciones en aras de favorecer aprendizajes de todas las áreas del desarrollo infantil.
Aprendemos de los aciertos y mucho mas de los errores.
Podemos promover situaciones para favorecer el desarrollo de nuestro equilibrio físico y nuestras habilidades en este sentido con los talleres de psicomotricidad.
Buscamos un desarrollo armónico de la capacidad creativa de los niños procurando que tengan la oportunidad de experimentar con todo tipo de materias instrumentos y soportes a través de talleres de plástica.
En este periodo, infantil se sustenta la mayoría de las herramientas básicas para la adquisición del conocimiento físico (alto,grande,pesado,fuerte,duro) como de la lógica matemática y para ello realizamos talleres de juego heúristico.
Cualquier espacio del centro es bueno para el fomento del desarrollo, tanto el exterior, como interior (las aulas, los pasillos) que están diseñadas y adaptadas a las necesidades específicas de cada edad (1 año y 2 años)
El tentempié
Durante esta rutina se frece siempre fruta y diversos alimentos, según la edad: galletas, colines, queso, paté, cereales, jamón cocido, etc.…; poco a poco se va insistiendo para que los prueben. A la hora de repartir los alimentos se hace participe al niño/a en la elección de la cantidad, con el “filtro” del adulto.
Se cuidan los siguientes aspectos; la ingestión correcta de alimentos, la actitud positiva ante ellos, la relación social y afectiva entre el niño y el adulto y entre los iguales.
Se procura llevar un cierto ritmo grupal (frenar a los más rápidos...). Según van acabando se levantan, y las educadoras damos la consigna, de que cada niño/a lleve su vaso a la bandeja, para que progresivamente vaya adquiriendo responsabilidad sobre sus objetos.
En los grupos de 2-3 años, como imitación del adulto, se inicia la actividad de repartir los vasos y a partir del segundo trimestre se convierte en rutina siendo el responsable de ese día a quién le toca repartir (esto ayuda a la educadora a observar si identifican sus objetos y los de sus compañeros/as de clase), y hacer como que limpia la mesa cuando terminan. Después, van pasando a lavarse, acompañados de la educadora.
Cuando nos encontramos algún caso de niños/as alérgicos a diferentes alimentos, dependiendo del grado de alergia y la edad del niño/a; hemos adaptado la alimentación a veces para todo el grupo y otras de manera individual utilizando siempre las marcas que la familia nos facilita para cada caso concreto. Igualmente respetamos en todo momento a aquellas familias que por motivos culturales sus hij@s no consumen ciertos alimentos.
La higiene y el aseo
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Así pues, a través de la higiene, se fomentan aprendizajes como:
- hábitos de salud e higiene: por ejemplo lavándose las manos al terminar un taller, antes de empezar a tomarse el tentempié o después de ir al baño.
- su autonomía: aprendiendo a frotarse las manos, a secarse, a utilizar el papel higiénico, a tirar de la cisterna, a usar los pañuelos para sonarse la nariz, a subirse y bajarse solitos el pantalón, ayudando a vestirse y desvestirse, etc. Por ello es muy importante vestir a los niños con prendas fáciles de quitar y poner, para que ellos mismos puedan ser autónomos.
- la afectividad: por ser un momento de relación directa e individual con el educador, donde se establece un diálogo, y el niño se siente atendido y escuchado.
Los cambios se realizan a media mañana y siempre que el niño lo necesite a lo largo de la permanencia en el centro.
La despedida
Es otro momento afectivo y relajado para el niño en el que, una vez más, han de respetarse sus sentimientos: si quiere un beso, un abrazo, y también quiera despedirse de sus compañeros.
La despedida puede hacerse en clase o en el patio, dedicando un tiempo a cada niño y a su familia para hacer agradable este momento.
Los padres deben percibir seguridad y confianza por parte de las educadoras para irse con un sentimiento de bienestar y también disfrutar de la alegría de sus hijos de reencontrarse con ellos.
![](file:///C:/Users/EDUCAL~1/AppData/Local/Temp/msohtmlclip1/01/clip_image002.jpg)
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